
El término fibromialgia surge a principios de los años 80 para denominar la frecuente presentación de dolor músculo esquelético generalizado, asociado a menudo con fatiga y alteraciones del sueño, sin encontrar una lesión estructural que justifique los síntomas.
No es una enfermedad, se trata de una denominación para aquellas personas con un dolor musculo-esquelético crónico.
Estas personas deben tener dolores simétricos, suelen tener pérdida de sueño y fatiga. Esta patología no le quita la probabilidad de tener otro problema musculo-esquelético.
cAUSAS
Numerosos estudios han descartado la alteración del músculo (no es una enfermedad muscular) o la alteración de los receptores periféricos del dolor (nociceptores)
Se ha demostrado la intervención de:
Mecanismos Neurobiológicos: Alteración en el procesamiento de la información sensorial
Sensibilización central: Hay trastorno funcional del SNC que amplifica los impulsos sensoriales en la ME y el cerebro
Puede existir disminución de la eficacia de las vías descendentes inhibitorias del dolor con sensibilización de neuronas del asta posterior (fenómeno de Alodinia)
La alteración de la sensibilidad nociceptiva se ha demostrado con estudios neurofisiológicos, de RNM y bioquímicos
Factores Psicosociales
Fuerte asociación de la fibromialgia con somatización (expresión de angustia personal y social a través de síntomas físicos), ansiedad y depresión.
La depresión se relaciona con la dimensión motivacional y afectiva del dolor y no así con la dimensión sensorial
Otros Factores
Se han observado alteraciones en funciones neuroendocrinas y del SN Autónomo de significado no claro.
ORIENTACIÓN TERAPÉUTICA
Requiere abordaje multidisciplinar. Los diferentes tratamientos utilizados según evidencia científica:
- Educación del paciente: Deben recibir información sobre la naturaleza de su proceso y las estrategias adecuadas para el autocontrol y reducción de los síntomas (6 a 17 sesiones). Se realiza en grupos. Mejora en los ECAS el dolor, el sueño, la fatiga y la calidad de vida.
- Medicación: Controla el dolor, el sueño y el estado de ánimo. La meta es reducir síntomas no hacerlos desaparecer y se requieren estrategias para la adherencia al tratamiento, con reevaluación periódica de eficacia y evitar polimedicación.
- Ejercicio Físico: El ejercicio aeróbico (caminar, bicicleta, cinta rodante, piscina) mejora la función física y la percepción subjetiva de control de síntomas. No hay mejoría significativa en la fatiga, el sueño y alteraciones del estado de ánimo. Los efectos sobre el dolor son variables. Los ejercicios de fortalecimiento también producen mejora significativa. Los ejercicios de flexibilidad o estiramiento no han demostrado eficacia de forma aislada. El ejercicio en general es más eficaz en personas en que el dolor se ha mejorado previamente con medicación, si es individualizado y supervisado inicialmente y en cumplimiento.
- Terapias Cognitivas: Demuestran eficacia la terapia cognitivo-conductual con estrategias de reestructuración cognitiva y modificación de afrontamiento inadecuado. Ayudan al cumplimiento de otros tratamientos.
- Terapias Físicas: Solo hay estudios aislados poco concluyentes en aplicación de TNS, termoterapia y masaje y mejor resultado ultrasonido y láser en puntos.
- Terapias alternativas: Son muy variadas y muy utilizadas por los pacientes con numerosos ECAS de baja calidad y resultados negativos (acupuntura y medicina tradicional china, naturopatía, homeoterapia, terapia magnética, quiropraxia, meditación, hipnoterapia